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Un par de medias negras

Dentro de mi rutina diaria en nuestro hogar tengo unos 30 minutos de «tidy up», en los qué todo aquello que esta en mi camino regresa al lugar que le corresponde. El libro que leímos antes de dormir, las tazas del cáfe de la mañana, la correspondencia, ocasionalmente una pieza de ropa, una pieza de lego, una galleta, etc. Luego de varias semanas me di cuenta que había algo que siempre estaba fuera de lugar: un par de media negras; cerca del sofá, bajo una silla del comedor, en una esquinita del cuarto, en el closet. No importaba el lugar siempre estaban allí.

Luego de varias semanas de regresarlas a la ropa sucia, empecé a tomarlas con enojo con intenciones de no volverlas a tocar. Un nuevo día, un nuevo par de medias negras. ¿Tan díficil es colocar estas medias en la ropa sucia? Llena de frustración y enojo, estallé: «las medias sucias… van en la ropa sucia.» Desaparecieron por unos días, pero sin esperarlo aparecieron nuevamente, en la sala y al tomarlas preparandome para una nueva batalla; Dios interrumpió mi cotidianidad. Nunca había sentido tan largo el camino de la sala a mi cuarto. ¡Cuántos «pares de medias» yo misma tengo fuera de lugar!

Luego de guardarlas, me senté en un rincón y empecé a ver «medias negras» en mi vida, aquéllas cosas que sé dónde van pero las dejo fuera de lugar. Las veces que dejo un problema sin resolver, cuando dejo anidar un pensamiento de ansiedad, el momento en que mis hijos agotan mi paciencia, las ocasiones que dejo pasar mi tiempo a solas con Dios, los momentos en los que me hago indiferente a las necesidades de los demás; no terminaría de escribir todo lo que encontré.

Recordé la parábola en Lucas 6:41-42: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.”

En ese momento?? me reservé todo lo que iba a decirle a mi esposo sobre sus medias. Callé humillada, pues yo con todas mis «medias» en lugares incorrectos y Dios aún me mira con compasión. ¿Quién soy yo para discutir por un par de medias cuando a mí se me escapa poner en su lugar lo más importante? Mi relación con Dios, mi afecto por el prójimo, el sostenerme en mi Fe. Allí quedé paralizada, no por temor, sino por la inmerecida gracia que me inundó.

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” ??(Hebreos? ?4:15-16? ) ¡Cuán glorioso nuestro Salvador! ¡Cuán grande es su misericordia! Que nos guía y nos capacita para recoger nuestro desorden. Todavia hay mañanas que encuentro un par de medias negras, pero estas me son ahora un recordatorio de la gracia de Dios y de la necesidad de revisar mis prioridades y colocarlas en su lugar.

Amparándote en su gracia, identifica ese «par de medias» que dejas abandonadas por descuido o supesta falta de tiempo; ora por misericordia para atenderlo y establece medidas específicas que te ayuden a enfocarte. El Señor nos ayude mientras recogemos las medias y limpiamos nuestra casa espiritual.

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