Estudio Bíblico

Rut 2: Un refugio mayor

rut 2

En el estudio del Capítulo 1 dejamos a Noemí angustiada por todas sus miserias. Para nosotros que leemos ahora la historia dejamos también el comienzo de un rayo de esperanza, “llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.” (1:22) Noemí y Rut no saben lo que les depara el futuro, pero vemos que al menos hay un buen comienzo, la cosecha está lista. Recordemos las verdades que están asentadas en el corazón de Noemí aun en medio de su situación antes de proseguir: Dios existe, Dios es Soberano y Dios la ha afligido. Recordemos que si Dios está en control aún de lo que nos aflige, sabemos que todo resultará para bien.

El narrador de la historia comienza este capítulo con el siguiente detalle:

Noemí tenía un pariente de su marido, un hombre de mucha riqueza, de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.

Ofreciéndole al lector un adelanto de detalles que Noemí no tiene presente al momento, pues en uno de sus argumentos para convencer a Rut y Orfa de que se quedaran en su casa, es que no tenía un pariente que velara por ellas. Además, nos describe a este hombre llamado Booz como un hombre de riqueza y en otras traducciones dice un hombre noble, lo cual corroboramos en los versículos 4 y 5 en su conversación con sus trabajadores.

2 Y Rut la Moabita dijo a Noemí: “Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas en pos de aquél a cuyos ojos halle gracia.” Ella le respondió: “Ve, hija mía.” 3 Partió, pues, y espigó en el campo en pos de los segadores; y fue a la parte del campo que pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec.

En este capítulo comenzamos a conocer un poco más a Rut sus expresiones denotan su deseo de servir y de trabajar. Y como estaba establecido en la ley del pueblo de Israel (Levíticos 19:9) fue a recoger espigas a los campos. Mientras seguía a los trabajadores llego al campo de Booz. Y quiero recalcar el hecho de que nosotras sabemos quién es él, pero Rut no lo conoce y ni siquiera sabe en qué lugar se encuentra. “Y fue…” no es un acto consciente de Rut, más es Dios quien va guiando sus pasos para que surja el siguiente encuentro. (Proverbios 20:24)

4 En ese momento vino Booz de Belén (Casa del Pan), y dijo a los segadores: “El Señor sea con ustedes.” “Que el Señor te bendiga,” le respondieron ellos. 5 Entonces Booz dijo a su siervo que estaba a cargo de los segadores: “¿De quién es esta joven?” 6 Y el siervo a cargo de los segadores respondió: “Es la joven Moabita que volvió con Noemí de la tierra de Moab. 7 Y ella me dijo: ‘Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas.’ Y vino y ha permanecido desde la mañana hasta ahora; sólo se ha sentado en la casa por un momento.”

Al Booz llegar al campo, no tardo en notar a Rut y pregunta: “¿De quién es esta joven?” La respuesta inmediata que recibe Booz, está cargada de los prejuicios, noten el énfasis, la moabita que vino de Moab. Quizás diciendo a Booz bandera roja, no te acerques a ella. Pero el otro detalle es importante, la que volvió con Noemí, este detalle le deja saber a Booz que esta joven es parte de su familia y aumenta más su interés en ella como vemos en el versículo 11, pues investiga toda la historia.

En la próxima escena tenemos un diálogo muy interesante y de mucho significado entre Booz y Rut. En los versículos 8 y 9 Booz le da instrucciones a Rut de como continuar trabajando en su campo, junto a sus criadas, dándole acceso aún al agua que preparen sus siervos. Recordemos que ella es una extranjera y no tenía derecho a ninguno de estas atenciones que Booz está teniendo para ella. La siguiente conversación nos da mucho a conocer sobre la actitud de Rut y sobre el cuidado de Dios:

Ella bajó su rostro, se postró en tierra y le dijo: “¿Por qué he hallado gracia ante sus ojos para que se fije en mí, siendo yo extranjera?” 11 Booz le respondió: “Todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu esposo me ha sido informado en detalle, y cómo dejaste a tu padre, a tu madre y tu tierra natal, y viniste a un pueblo que antes no conocías. 12 Que el Señor recompense tu obra y que tu pago sea completo de parte del Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” 13 Entonces ella dijo: “Señor mío, he hallado gracia ante sus ojos, porque me ha consolado y en verdad ha hablado con bondad a su sierva, aunque yo no soy ni como una de sus criadas.”

Rut con su rostro en tierra reconoce que no es merecedora de tales atenciones debido a su condición de extranjera; no entiende como ha logrado hallar gracia ante sus ojos a pesar de su condición. Mientras en su respuesta, Booz le recuerda aquella decisión registrada en el capítulo 1, y dirige a Rut a ver el cuidado del Señor para con ella y le expresa que este será aún más completo de lo que el mismo pueda ofrecerle. Culmina diciéndole recibes esto porque has venido a refugiarte bajo las alas del Señor. Ella entonces toma un lugar de sierva, sin olvidar que no es como las criadas de Booz, por ser extranjera.

A la hora de comer Booz le dijo a Rut: “Ven acá para que comas del pan y mojes tu pedazo de pan en el vinagre.” Así pues, ella se sentó junto a los segadores. Booz le sirvió grano tostado, y ella comió hasta saciarse y aún le sobró. 15 Cuando ella se levantó para espigar, Booz ordenó a sus siervos y les dijo: “Déjenla espigar aun entre las gavillas y no la avergüencen. 16 También sacarán a propósito para ella un poco de grano de los manojos y lo dejarán para que ella lo recoja. No la reprendan.”

A la hora de comer, vemos unos sucesos aún más impresionantes, Booz el señor de la cosecha, llama a Rut de en medio de los trabajadores para que venga a comer junto a él. Y no tan solo eso, sino que el mismo le sirvió la porción que iba a comer; la cual fue suficiente para saciarla y para qué le sobrará. Y nuevamente Booz da instrucciones de que la dejen espigar, aún de las gavillas, que los trabajadores le dejaran una porción más y que no la molesten. Imagina la cara de Rut al recibir de un golpe todo este cuidado, cuando en la mañana seguramente salió con la simple esperanza de encontrar un poco de grano para pasar quizás dos días.

Rut espigó en el campo hasta el anochecer, y desgranó lo que había espigado, y fue como 22 litros de cebada. 18 Ella lo tomó y fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había recogido. Rut sacó también lo que le había sobrado después de haberse saciado y se lo dio a Noemí.

Aquí vemos la gran trabajadora que es Rut, estuvo trabajando hasta el anochecer y tuvo como 22 litros de grano, ya espigado. Esto es aproximadamente entre 30 a 50 libras de grano. Luego de recoger y espigar, Rut carga 30 o 50 libras de grano hasta la casa de Noemí y le lleva una porción ya cocida. Ahora tenemos que detenernos un momento y pensar en Noemí, estando en la casa todo el día sin saber dónde está Rut. Ya es de noche y aún Rut no regresa, cuantas cosas debieron cruzar la mente de Noemí en cuanto al bienestar de Rut y su futuro.

Entonces su suegra le dijo: “¿Dónde espigaste y dónde trabajaste hoy? Bendito sea aquél que se fijó en ti.” Y ella informó a su suegra con quién había trabajado, y dijo: “El hombre con quien trabajé hoy se llama Booz.” 20 Noemí dijo a su nuera: “Sea él bendito del Señor, porque no ha rehusado su bondad ni a los vivos ni a los muertos.” Le dijo también Noemí: “El hombre es nuestro pariente; es uno de nuestros parientes más cercanos.” 21 Entonces Rut la Moabita dijo: “Además, él me dijo: ‘Debes estar cerca de mis siervos hasta que hayan terminado toda mi cosecha.’” 22 Noemí dijo a Rut su nuera: “Es bueno, hija mía, que salgas con sus criadas, no sea que en otro campo te maltraten.”

Tan pronto la ve, no hay que más decir que preguntarle: ¿dónde andabas? Y he aquí el momento de la verdad, Noemí escucha el nombre de Booz y después de reconocer y agradecer la bondad de Booz y de Dios; es como si Noemí recordará y dice: ¡es nuestro pariente! Recordemos que ella había dicho no tener quien velara por ellas; pero, sí, hay alguien y su nombre es Booz. Luego del resumen de los hechos anteriores, ambas reconocen la bondad de todo lo que ha pasado.

Tú y yo ya podemos ir conectando los puntos de esta historia y esperar o anticipar lo que va a ocurrir después entre Rut y Booz, pero el último versículo de este capítulo nos dice:

Y Rut se quedó cerca de las criadas de Booz espigando hasta que se acabó la cosecha de cebada y de trigo. Y ella vivía con su suegra.

Luego de meses de estar trabajando en los campos de Booz, vemos dos cosas que aún Rut permanece al lado de Noemí, cumpliendo la promesa que le hizo anteriormente. Y que aún no ha ocurrido nada de lo que anticipamos en relación con Booz. No nos adelantaremos a la historia que conoceremos en el próximo capítulo, repasemos las enseñanzas de esta porción.

Primero vemos el carácter de Rut como un ejemplo para nosotras, de servicio, humildad y gran trabajadora. Además, vemos su ejemplo al abandonar todo, sus padres, su pueblo para buscar refugio bajo las alas del Dios de Israel. Ayúdenos Dios a tener estas características en nuestras vidas; y a ser esforzadas en dejar todo y buscar en nuestros momentos más difíciles un refugio mayor, bajo las alas del omnipotente.

Segundo, al ver la bondad de Dios al terminar la hambruna, traer a Rut con Noemí, dirigirlas a Booz, recordamos que estos actos no son simple coincidencia, sino que son actos de la fidelidad de Dios. Lo que también nos anima a ser una muestra visible del cuidado de Dios a otros, como lo fue Booz para Rut.

Tercero, volviendo sobre el versículo 14, cuando el señor de la cosecha llamo a la extranjera a la mesa y le sirvió. Aquí estamos tú y yo, extranjeras con mala reputación y cargando el peso de nuestro pecado, mientras cosechábamos de la gracia común de Dios. El Señor de la cosecha nos llama a la mesa y el mismo nos sirve; como dice el salmista, «Tú preparas mesa delante de mí.» (Salmo 23:5) En Cristo y su sacrificio en la cruz, fuimos llamadas aún sin ser parte del pueblo para disfrutar del gran banquete del nuevo pacto.

Qué estas verdades se graben en nuestro corazón y podamos decir como Rut con rostro en tierra: “¿Por qué he hallado gracia ante sus ojos para que se fije en mí, siendo yo extranjera?” Tú y yo no hicimos nada para merecer tan gran cuidado y tan gran bondad de parte de Dios.

¡Busquemos un refugio mayor bajo las alas del Señor!

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