Devocional Hogar

Presupuesto y Redención: Salmo 49

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Desde hace unos meses junto a un grupo de mujeres de nuestra iglesia y otras amistades, hemos estado leyendo y reflexionando en los Salmos. Leemos uno diario, de lunes a viernes, y está semana completamos un tercio de los mismos. No deja de sorprendernos la hermosura de la Palabra de Dios y como se hace pertinente cada día.

Hace unos meses junto a mi esposo hicimos varios ajustes en nuestro presupuesto familiar y regularmente saco un momento para evaluar cómo nos fue siguiendo el mismo; y ver que ajustes aún necesitamos realizar. Esta semana mientras prendía mi computador para hacer la revisión tomé mi Biblia para leer el Salmo y escribir la reflexión, nos correspondía el Salmo 49 y al terminar de leerlo tuve que sonreír mientras procesaba las enseñanzas de este salmo sobre las riquezas.

Mientras escribía el mensaje que enviaría al grupo, me di cuenta que estaba más largo de lo normal, quizás porque me era muy pertinente ese día y decidí editarlo un poco y compartirlo con ustedes. (Lo que espero hacer en un futuro con los demás.)

Como ocurre con muchos otros temas, la Biblia nos ofrece principios para dirigir nuestras vidas de manera acorde a nuestra fe; dónde debemos encontrar un balance sano que glorifique a Dios en nuestras vidas prácticas. Aunque esta tarea, de encontrar el balance, no es fácil contamos con la oración y el Espíritu Santo para ayudarnos. En el Salmo 49 el tema son las riquezas y estos son algunos de los principios que pude repasar antes de abrir el presupuesto y hacer cambios o celebrar buenos hábitos.

Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, Ni dar a Dios rescate por él, Porque la redención de su alma es muy costosa, Y debe abandonar el intento para siempre (Salmo 49:7-8)

Mis bienes materiales no son útiles para redimir ni mi vida ni la de otros delante de Dios; la semana pasada mientras enseñaba a los niños (IGV Kids Bible Club) hablábamos sobre la redención y de que como necesitábamos pagar el precio por nuestro pecado; y no teníamos los medios para pagarlo; y que por amor Jesús se ofreció para pagar nuestra deuda; nuestra redención es costosa y sólo Jesús pudo pagar por ella. Mis bienes, riquezas o posesiones no son suficientes para saldar mi mayor deuda con Dios, sólo Jesús nos puede ayudar con esa deuda.

Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, Y sus moradas por todas las generaciones; A sus tierras han dado sus nombres. (Salmo 49:11)

El salmista no nos dice que no debemos tener casas, bienes, etc. Sino que, no pensemos que estas serán eternas o que tenerlas nos da identidad. Todas estas cosas son necesarias y útiles, pero solo por un tiempo, al morir quizás las disfruten y usen nuestros herederos, pero llegara un día en el que tampoco ellos las disfrutarán. Pero un día todo lo que conocemos estemos en esta tierra o no dejará de ser, así que mientras trabajamos y planificamos que hacer con nuestras finanzas, tengamos en mente lo eterno; en fin, trabajemos por lo que necesitamos no simplemente por acumular.

Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, Pues El me recibirá. (Salmo 49:15)

Planifiquemos para el hoy en esta tierra, sin olvidar planificar para la eternidad. Dios proveyó para nuestra redención y Jesús mismo nos dijo que estaría preparándonos moradas eternas. Que mientras miramos nuestras finanzas no olvidemos que nuestra mayor deuda ha sido pagada, y vivamos en agradecimiento por tal regalo.

No temas cuando alguien se enriquece, Cuando la gloria de su casa aumenta; Porque nada se llevará cuando muera, Ni su gloria descenderá con él. Aunque mientras viva, a sí mismo se felicite (y aunque los hombres te alaben cuando prosperes), Irá a reunirse con la generación de sus padres, Quienes nunca verán la luz. (Salmo 49:16)

Nos recuerda que no debemos darle lugar a la envidia. No permitamos que el “progreso” de otros te desanime. Trabaja fuerte, presenta a Dios tus necesidades, pide ayuda cuando la necesites, se una administradora sabia de los bienes de tu casa, en oración pidiéndole ayuda a Dios. Sin olvidar que al final de nuestros días lo más importante no es el tamaño de nuestra herencia material, sino que podamos ver la luz y haber guiado a otros a ver esa luz.

Ciertamente esta vida no se puede vivir sin dinero, pero debemos cuidarnos de permitir que el mucho dinero o la falta del dinero quite nuestros ojos de lo más importante; el hecho de que nuestra redención ya ha sido pagada en la Cruz. Que mientras evaluamos y ajustamos nuestras finanzas, recordemos lo costosa que fue nuestra salvación. Mientras buscamos donde podemos gastar menos o como hacemos para ganar más; recordemos que los más importante es que al final de nuestros días veremos a Dios cara a cara, ese es y será nuestro mayor tesoro.

Después de reflexionar en esto pude sentarme con más calma a ver nuestro presupuesto familiar; y al final a pesar de las áreas rojas en él; tener paz para seguir ajustando y mejorando nuestros hábitos, pues mi mayor deuda ha sido pagada, he sido redimida.
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Puedes descargar la hoja que utilizo para el Presupuesto Familiar.

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