Devocional Despierta Alma Mía

Despierta Alma Mía: Semana 28 (Salmo 119: 129-168)

Salmos 119_129-168
Mujer mostrando la portada del devocional despierta alma mía
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Salmo 119: Pe (129-136)

“Abrí mi boca y suspiré, Porque anhelaba Tus mandamientos.” (v. 131) No puedo ni decirles cuantas veces a la semana, incluso al día, suspiro tan profundo sabiendo que me hace falta algo. Mientras aumenta la lista de cosas por hacer y las situaciones difíciles aumenta, pienso que eso que me hace falta es descanso, tiempo libre, una casa limpia, una cita con mi esposo, un momento de silencio, etc. Así mismo tengo que admitir que rara vez digo mientras suspiro como el salmista: anhelo tu Palabra, Señor.

Pero al final de un día de altos y bajos, termino en mi cama como el salmista en el versículo 136, llorando, pues sé que mi cansancio y dolor provienen de no guardar, atesorar y anhelar la Palabra de Dios. Lo he dicho en varias ocasiones, pero es necesario repetirlo, no escribo este devocional porque crea que sé o domino todo lo que enseñan los Salmos, sino, por el contrario, porque necesito recordarme a diario dónde deben estar puestos mis ojos. Es mi oración que así mismo seas recordada cada vez que abres la Biblia, o lees este devocional u otras herramientas.

Pensemos…

¿Reconocemos nuestra necesidad de la Palabra de Dios, de momentos de oración, como reconocemos la necesidad de dormir o estar a solas?

Oremos…

Señor, que fácil nos entretenemos con las cosas que pasan a nuestro alrededor, ayúdanos a reconocer las señales en nuestro cuerpo y en nuestras emociones de la necesidad que tenemos de tu Palabra. Para que así corramos al lugar correcto.

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Salmo 119: Tsade (v. 137-144)

Si te pregunto: ¿Has vivido alguna injusticia? ¿Alguien te ha pagado mal por un bien? Me imagino que tendrás varias historias que contarme. Cuando nos toca la injusticia, somos afijadas y experimentamos su dolor; lo que nos hace cuestionarnos muchas cosas e incluso nos puede llevar a cuestionar nuestra fe o al objeto de nuestra fe (Dios). Más el salmista nos recuerda que en esos momentos no debemos olvidar la Justa Justicia de Dios.

No nos dice que podremos verla y entenderla instantáneamente, tenemos que pedir entendimiento (144) pero no podemos olvidar que Dios es Justo siempre y en toda situación. De esa verdad debe provenir nuestra esperanza y nuestro descanso. Cada vez que abrimos la Biblia, pidámosle a Dios que abra nuestros ojos para ver su Justicia y Misericordia y que podamos aprender a descansar en Él. “Pequeña soy y despreciada, pero no me olvido de tus preceptos.” (v. 141)

Pensemos…

¿Qué historias de la Biblia llegan a tu mente al pensar en la Justicia de Dios? ¿Hemos entendido la misericordia y la justicia que hemos recibido de Dios por medio de la obra de Cristo?

Oremos…

Oh Señor, que cuando la injusticia de este mundo toque nuestras puertas podamos poner nuestros ojos en ti, que en medio de nuestro dolor y aflicción no nos olvidemos de tu verdad; para que podamos descansar en ella, en este tiempo y en cuanto a nuestra eternidad.

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Salmo 119: Cof (v. 145-152)

En ocasiones quisiera poder escuchar la voz de Dios audiblemente, que al decirle: ¡respóndeme, Señor! Este salga a mi encuentro y conteste mi petición de forma bien clara. ¿Has pensado en esto? El salmista nos dice que mientras meditamos en la Palabra de Dios, sentiremos que Dios está cerca. Dice que, desde la mañana, ora y espera en su palabra; y por las noches medita en la palabra.

Esto no significa que encontraremos la respuesta explicita a nuestra oración o a nuestras preguntas en la biblia. Lo que significa es que el Señor nos mostrará por medio de su palabra, principios por los cuales regir nuestra vida que nos ayudarán a ver la contestación, a nuestra oración y a cómo actuar en el proceso. Permanezcamos en su Palabra para que encontremos la dirección que necesitamos.

Pensemos…

Mientras leemos la Palabra, preguntémonos como lo que acabamos de leer afecta nuestra vida diaria, como la verdad que aprendemos de Dios debe transformar nuestra realidad.

Oremos…

¡Señor, danos hambre y sed de tu palabra, que la necesitemos de mañana y en la noche para que seamos vivificadas!

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Salmo 119: Resh (v. 153-160)

Mientras cae la noche y el cansancio está llegando a su punto más alto; miras a tu alrededor y piensas en todo lo que te falta por hacer, en aquello que no pudiste lograr hoy. Quizás te levantaste tarde y aún estás corriendo tratando de recuperar el tiempo perdido. No importa cuál sea la causa, detente un momento y lee la porción de hoy si no la has leído y haz tuyo este clamor de vida del salmista. ¡Vivifícame, SEÑOR!

¿Cómo nos da vida el Señor? Por medio de su palabra, mientras la leemos a solas o somos enseñadas. Por medio de sus mandamientos, que nos quitan pesos de encima y nos ayudan a descansar en la justicia de Dios. El Señor nos vivifica conforme a su misericordia, porque nos ha amado, nos perdona, nos sostiene y nos alienta. Cuando estés por poner tu cabeza en la almohada, agradece la vida que recibiste hoy, y clama por más para mañana. “Que las misericordias del Señor jamás terminan, Pues nunca fallan Sus bondades; Son nuevas cada mañana; ¡Grande es Tu fidelidad!” Lamentaciones 3:23-24

Pensemos…

¿Qué haces para renovar tus fuerzas y recibir ánimos? ¿Es la palabra y tu relación con Dios esencial en renovar tus fuerzas? ¿Qué ajustes puedes hacer para que lo sean?

Oremos…

Señor, es tan fácil caer en la tentación de creer que miles de otras cosas nos pueden saciar. Ayúdanos a mantener nuestros ojos fijos en ti con la confianza de que de ti proviene nuestra esperanza y nuestro sustento.

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Salmo 119: Sin (v. 161-168)

¿Has visto los diferentes concursos y sorteos en las tiendas o programas de televisión? En una cadena de supermercados hacen un gran concurso y me gusta esa temporada porque hacen muchas ofertas en las meriendas de los chicos y otros artículos que usualmente compro. Mientras aprovecho las ventas, consigo boletos para participar en el concurso. Abriendo los boletos, un día me pregunta mi hijo en su inocencia: ¿Mamá que haces si ganas $1000? Digo en su inocencia porque el premio más grande es de un millón de dólares.

Luego de reírme le contesto lo que haría con los mil dólares y después añadí: Amor, aunque me gane $5 o un cupón de .50 centavos voy a ser feliz; porque no merezco nada. El salmista hoy nos dice: “Me regocijo en Tu palabra, Como quien haya un gran botín.” Debe ser un gozo para nosotras el tener una Biblia en un idioma que entendemos, poder leerla, estudiarla, ser enseñadas por medio de ella y descubrir todo lo que Dios ha guardado en ella para nosotras. Más valioso que los premios de cualquier concurso, más útil que 1 millón de dólares; la Palabra del Señor es nuestro mayor tesoro.

Pensemos…

¿Vivimos atesorando la Palabra de Dios como nuestro mayor tesoro? ¿Creemos que hay algo de mayor valor para nuestra vida?

Oremos…

Señor, muéstranos el privilegio que tenemos al tener en nuestras manos tu Palabra, de tener maestros que nos enseñen lo que no podemos entender y por tu Espíritu Santo que nos instruye y nos recuerda tu Verdad en los momentos de dificultad.

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A menos que se indique lo contrario, citamos la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy. En ocasiones haremos referencia a un comentario por W. S. Plumer titulado Psalms publicado por The Banner of Truth Trust en 2016

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