Devocional Despierta Alma Mía

Despierta Alma Mía: Semana 26 (Salmo 119 v. 49 -88)

Salmos 119_49-88
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Salmo 119: Zain (v. 49-56)

Mientras vamos leyendo las porciones de este salmo, debemos tener cuidado de no pensar que cada una está diciendo lo mismo. Si fuera así sería una vana repetición, más la Palabra de Dios es viva y cada vez que leemos una porción de la misma recibimos alguna exhortación, amonestación o recordatorio, no las pasemos por alto. En esta ocasión quiero concentrar nuestra atención en el versículo 49: “Acuérdate de la palabra dada a Tu siervo, En la cual me has hecho esperar.” Los salmistas vivieron en una época donde esperaban el cumplimiento de las grandes promesas de Dios, de un Rey Justo, de libertad de la opresión, entre otras.

El salmista apela a la fidelidad de Dios y descansa esperando en Dios. En nuestro tiempo esas promesas ya han sido cumplidas, aunque no se han manifestado por completo; el Rey ya ha sido dado a conocer, pero aún no está reinando visiblemente para nosotras, nuestra libertad ya ha sido adquirida, aunque aún no la experimentemos por completo. Que mientras leamos la palabra de Dios y reflexionamos en sus mandamientos, podamos, regocijarnos en la fidelidad de Dios, quien ya cumplió las promesas que esperaban los salmistas, y las que aún anhelamos también las cumplirá.

Pensemos…

¿Cómo afecta tu diario vivir la fidelidad de Dios? ¿Cómo puedes recordarte esa fidelidad a diario?

Oremos…

Señor, ayúdanos a descansar en tu fidelidad, a descansar en tus promesas, en cumplida y en como cumplirás las que esperamos; danos ojos para ver en tu Palabra los recordatorios de tu grandeza y tu fidelidad.

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Salmo 119: Jet (v. 57-64)

En esta porción el salmista reflexiona en su intención y compromiso de guardar la Palabra del Señor. Me gusta que esta determinación del Salmista no tiene que ver con la ‘gran persona’ que pueda ser o de su ‘perfección’. En varias ocasiones dice como busca el favor y la misericordia de Dios para poder mantenerse en las ordenanzas del Señor. En muchas ocasiones podemos tratar de hacer las cosas mejor de lo que hasta el momento hemos logrado, y la pregunta que nos presenta el Salmo hoy es: ¿buscas alcanzar las cosas por tus propias fuerzas o dependiendo de la misericordia de Dios? Por nuestras fuerzas no llegaremos muy lejos, y desfalleceremos en nuestros intentos.

La segunda pregunta al pensar en este salmo es: ¿Qué te motiva a desear vivir de acuerdo con la Palabra de Dios? Hay personas que solo quieren tener una relación con Dios, por las bendiciones inmediatas que puedan recibir; otras lo hacen por encajar en la cultura de la iglesia, entre otras razones. El salmista comienza diciendo: “El Señor es mi porción”

Veámoslo de esta manera; si tienes un trabajo del cual proviene el sustento de tu familia, esa es tu porción. Ya que es algo necesario para tu sustento y el de tu familia, cumples con las normas, tareas, etc. pues valoras la porción que te provee. Aún más es el Señor, él es nuestra porción, nuestra herencia, el que sostiene nuestra vida en este mundo y en el venidero; esa debe ser nuestra motivación, gratitud, estima y alabanza nos deben motivar a prometer guardar sus palabras.

Pensemos…

Separa un momento para pensar en que pasaría en tu vida, si pierdes todo tipo de provisión. Ahora piensa en cuanto necesitas la provisión que recibes del Señor y como no puedes sobrevivir sin ella.

Oremos…

Cuantas cosas anhelamos pensando que nos van a hacer felices, que nos van a satisfacer, pero la realidad es, que eres tú nuestra porción, lo que realmente necesitamos para tener una vida prospera, fructífera y feliz.

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Salmo 119: Tet (v. 65-72)

En múltiples ocasiones los salmos nos han llevado a reflexionar en la angustia y el dolor; hemos concluido que no hay manera de evitar o pasar por alto las mismas. De acuerdo con la etapa de vida en la que nos encontramos, nuestras aflicciones varían, pero la pregunta es: ¿qué efecto tienen en nosotras la aflicción? Me llamo mucho la atención, como dice el salmista: “Antes que fuera afligido, yo me descarrié, Pero ahora guardo Tu palabra.” (v. 67)

En ocasiones la aflicción nos va a llevar a regresar de tan manera a Dios, que no solamente conoceremos su palabra, sino que la guardaremos y hasta nos aferremos a ella. Aún más dice que buena es la aflicción, porque por medio de ella aprende la palabra.

Pensemos…

¿Vemos nuestra aflicción como una inconveniencia o como una oportunidad para conocer más a Dios y aferrarnos a su palabra? ¿Anhelamos tanto Su palabra como para rendirnos a él en medio de nuestro dolor para ser enseñadas?

Oremos…

Para que el Señor nos enseñe a en medio de nuestro dolor, correr a su Palabra y encontrar en ella lo que necesitamos.

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Salmo 119: Yod (v. 73-80)

Siguiendo el tema de ayer sobre la aflicción, el versículo 75 dice: en tu fidelidad me has afligido. Inicialmente, esto no hace ningún sentido, ¿cómo es posible que Dios sea fiel por hacerme sufrir? Recuerda un momento la historia de Job, es el más claro ejemplo de que en medio de la aflicción Dios sigue siendo fiel y que es Su misericordia y Su palabra la que nos sostiene. Algunas de las verdades que se presentan en esta porción:

  1. Hemos sido formadas por Dios
  2. Su fidelidad no deja de ser
  3. Nuestro deleite está en la Palabra de Dios.

Estas verdades deben ser para nosotras un motivo de esperanza aún en medio de nuestra aflicción. Pues no hay otros argumentos o estrategias que puedan traer paz y consuelo a nuestro corazón. Todas tenemos nuestras estrategias de manejar las temporadas difíciles, pero qué tal si corremos a esta fuente de identidad, fidelidad y gozo; antes de correr a otras estrategias que solo nos proveerán una solución temporal.

Pensemos…

¿Están estas verdades afectando activamente tu vida diaria, incluyendo las temporadas difíciles y de dolor?

Oremos…

Clamamos, oh Dios, por entendimiento, para que estas verdades se asienten en nuestro corazón y transformen nuestro diario y nuestra perspectiva de la aflicción, muéstranos tu fidelidad.

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Salmo 119: Caf (v. 81-88)

En Puerto Rico transmitían un anuncio en la televisión en la que una mujer con malestar físico se tomaba un medicamento y al momento todo cambiaba a color de rosa. Algunas personas piensan que sus vidas cambiaran a color de rosa mientras asistan a la iglesia o sean intencionados en vivir de acuerdo con la palabra de Dios. Esta porción del Salmo 119 nos dice que esto no es una realidad. El salmista dice que está a punto de desfallecer, ESPERANDO; y le pregunta a Dios ¿Cuándo me consolarás?

En varias ocasiones le he hecho la misma pregunta a Dios: ¿hasta cuándo me vas a dejar sufriendo? Y me he sentido a punto de desfallecer. Al leer estos versículos y reflexionar en las secciones anteriores, tengo que concluir: primero, que mis circunstancias (buenas o malas) no afectan la fidelidad de Dios. Segundo, que honestamente lo único que me sostiene es esperar en su Palabra y sus promesas de que Él cuida de mí. Los medicamentos, los consejos, el llanto son útiles y apropiados en la medida correcta, pero nunca podrán tomar el lugar de la Palabra de Dios. El salmista nos exhorta a alimentarnos diariamente de la Palabra, no para que las cosas sean color de rosa, sino para ser vivificadas por su misericordia. (v. 88)

Oremos…

Señor, hay días que son más difíciles que otros, pero es en esos días más difíciles que más necesitamos recordar tu misericordia y tu fidelidad; Espíritu Santo, ayúdanos a recordar las promesas y sostennos en medio de nuestra debilidad.

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A menos que se indique lo contrario, citamos la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy. En ocasiones haremos referencia a un comentario por W. S. Plumer titulado Psalms publicado por The Banner of Truth Trust en 2016

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