Devocional Esposa de Pastor

Deshojando Margaritas, ¿me amas?

deshojando margaritas

¡Cuán romántico, es soñar con un amor no realizado! Pasar tiempo deshojando margaritas: ¿Me amas? ¿No me amas?

¿Haz pensado en cuán triste para una margarita, perder sus hojas por una ilusión? Peor aún ser rechazada si la contestación final es “no me ama.”

Reconozco que he estado en ese lugar, de la margarita, en el que me he sentido: indefensa, lastimada, quebrada, despojada, cuestionada, deshojada…

Cambios

Cuando dimos el sí para la nueva aventura que emprendería nuestra familia, plantar una iglesia, y trasladarnos de Puerto Rico a Colorado, sabía que los cambios serían muchos: emocionales, físicos y espirituales.

Te comparto hoy una cambio que aunque no fue el más difícil, sí fue uno de los que más confrontó mi vida; desprenderme de lo que era mío.

A pesar de no tener un estilo de vida consumista, tenía muchas cosas (demasiadas) a las que me aferraba sin saberlo. Las cuales sin darme cuenta formaban parte de mi seguridad y de mi confianza ante lo por venir.

En menos de tres meses, había que alistar todo y los días de decidir lo que se vendería o se regalaría fueron los más fuertes. Recuerdo sentarme a llorar por sentirme indefensa y sin saber que hacer.

El Joven Rico

Entonces recordé la historia del joven rico, aquel que tanto juzgamos por afligirse al pedírsele que vendiera todo lo que tenía.

Era un joven que conocía la ley y buscaba cumplirla, y ante su pregunta, Jesús “mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.” (Marcos 10:21-24)

En esos días, muchas veces di la espalda a la tarea que tenía enfrente. Me aferré a una pertenencia diciendo: “esto es mío, trabajé para tenerlo, no quiero dárselo a otra persona.”

Quería seguir al Señor y su llamado para nuestra familia, pero tomar la cruz y dejar mi comodidad no surgio tan fácilmente como esperaba.

¿Me Amas?

Fue en esos momentos, que sentía cómo se me caía un pétalo y escuchaba en mi corazón la pregunta, ¿me amas? Al igual que Pedro le contestaba “Sí, Señor; tú sabes que te amo.” (Juan 21:15-19)

Una y otra vez, ¿me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas?

Con un corazón quebrantado y renido respondía: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.”

Hasta que un día me quedé deshojada; pensé que lo había perdido todo, una casa vacía, un llavero sin llaves, lo poco que quedaba en un barco; a un destino incierto.

Sin embargo, sin saberlo me quedaba con lo más importante; la confianza en Dios. Hoy tengo otro llavero con llaves nuevas, solo que esta vez estoy dispuesta a entregarlas cuando sea.

Deshojando Margaritas

Si como me ocurió en esa temporada estas batallando con estar aferrada a la pocesiones materiales, pues te ofrecen cierta seguridad, te invito a leer Minimalismo y Contentamiento, donde te comparto como aunque no abrazo del todo ese estilo de vida, me ayudado a crecer en el contentamiento.

Quizás no batalles con aferrarte a cosas materiales, ¿qué será entonces lo que te distrae de confiar plenamente en Dios? ¿Relaciones, el trabajo o las preocupaciones?

Se honesta contigo misma y con el Señor, reconoce aquello que lucha por dominar tu confianza y ruega al Señor para que te aferres a Él, puedas seguirle y tomar tu cruz.

Aquella margarita murió, pero han nacido otras; que en su momento serán deshojadas y mi esperanza es que de la misma manera aún en medio del dolor poder responder: “Sí, Señor; tú sabes que te amo.”

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