Devocional

31 de diciembre

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Día en el que algunos se levantan a preparar la fiesta; día en que algunos lloran la pérdida o la frustración; día en que otros siguen luchando las mismas batallas de los meses anteriores. El cambio de un dígito en el calendario trae un cierto sentido de esperanza, de que nuestra vida puede cambiar con el sonar del reloj a las 12 de la medianoche.

A los que nos gusta planificar y soñar despiertos, es un momento para trazar nuevas metas, fijarnos en lo que nos tiene cansados y buscar y planificar la manera de cambiarlo. Así surgen las resoluciones; bajar de peso, leer más, libertad financiera, más tiempo en familia, menos trabajo, vacaciones soñadas, hacer más ejercicios, entre muchas otras ideas que se nos ocurren como manderas de instantáneamente cambiar el estado detestable de nuestra vida.

Poco a poco, en conversaciones breves y casuales con mi esposo, hemos estado discutiendo las metas de nuestra familia para este próximo año; la administradora en mi rápido empieza a sacar números y hacer planes, fechas, etc. En medio de estas conversaciones y planificaciones de estas últimas semanas algo me trajo mucha alegría. Quisimos establecer una nueva tradición familiar para el 24 de diciembre; montar un rompecabezas. Tenía uno de 500 piezas, así que pusimos manos a la obra, todos a su manera colaboraron y logramos montarlo en un día. (Claro, sin estar tan pendiente a otras tareas)

La alegría surgió cuando mi esposo me dice: “Me divertí haciendo esto juntos.” Hacía más de un año que no montaba un rompecabezas, y esas palabras me abrieron los ojos a una nueva actividad que podíamos hacer juntos; dónde podemos conversar, reírnos y llorar mientras trabajamos juntos en lograr una meta común. Por lo que con mucho entusiasmo al día siguiente agarramos otro rompecabezas que tenía guardado, este era de 1000 piezas, y comenzamos a trabajar juntos.

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Lo que no esperábamos era que iba a ser tan difícil, no por la cantidad de piezas, sino el discriminar que piezas iban en dónde, ya que todas las piezas parecían ser las mismas, y porque la imagen en la caja no nos ayudaba tanto como esperábamos; y comenzó a llegar la frustración. Pensé, “hasta aquí llego la tradición de Navidad y el nuevo pasatiempo de pareja que recién descubrimos”.

Nos tomó cuatro días completar la imagen y en esos días dijimos cosas como:

  • “Esta pieza esta mal, de seguro es la que debe ir aquí; para luego encontrar la pieza correcta”.
  • “Estas dos piezas encajan, pero ni idea dónde van en el rompecabeza”.
  • “Aquí hace falta algo para completar la imagen, pero ninguna pieza tiene esa parte.”

Después de seguir trabajando en el rompecabezas, encontrábamos la pieza correcta para cada lugar y el lugar correcto para cada pieza. Descubríamos más piezas que nos ayudaban a saber donde iban aquellas dos que dudábamos si eran parte del rompecabezas. Y conseguíamos la pieza que aparentemente no tenía nada que ver con la imagen, pero la hacía completa.

¿Porqué te comparto esto? ¿Qué tiene que ver con el nuevo año?

Mientras probaba cada pieza similar al color de la que necesitaba en un espacio particular, girando cada una hasta cuatro veces sin éxito, en uno de esos momentos lágrimas se acumularon en mis ojos y el silencio fue interrumpido por: “¡Así es nuestra vida!” Y uno de mis versículos de vida me vino al corazón:

Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes,’ declara el Señor ‘planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11.

Dios tiene una imagen ya establecida de nuestro futuro, de nuestra esperanza para nuestra vida. Una imagen digna de ser armada y enmarcada; pero esta en piezas. ¡Cuantas veces he hecho declaraciones sobre personas o situaciones en mi vida como dije de esas piezas!

  • “ Esto que me está ocurriendo está mal” o
  • “esto es lo que quiero que este pasando ahora en mi vida”

¿Te ha pasado esto? En muchas ocasiones durante este año que termina, me he cuestionado porque una situación en particular es parte de mi vida, si según mi perspectiva no aporta nada. He estado buscando la parte de la imagen que falta, sin encontrarla cuando está semi-oculta a mis ojos. Cuando surgen oportunidades nuevas, pero no tengo ni idea de porque aparecen en mi vida.

Pensar que el diseñador del rompecabezas, Thomas Kinkade, se equivocó al pintar la imagen o que la compañía seleccionada hizo un error de impresión; es absurdo. Pero aún así mientras trabajaba en armar el rompecabezas; lo pensé y establecí argumentos con esa base; para unos días después quedaran derribados todos mis argumentos. De la misma manera pensar que el Diseñador de tu vida se ha equivocado al crear tu imagen, los planes que tiene para ti, es absurdo.

Cuestionar es parte del proceso; pero te invito a que mantengas tu confianza en Dios; Él conoce los planes que tiene para ti. Lo más que me impresiona de los planes de Dios, aunque no los entienda y no los vea ajustarse como creo que deben ser; es que son planes de bien, que resultaran en una de las cosas que más anhelo; esperanza. Esperanza; esperanza que se traduce en el gozo de la salvación, en la seguridad de que Dios tiene cuidado de nosotros.

Ver esa esperanza cumplida no será fácil; cuando pensábamos que habíamos hecho un progreso significativo con el rompecabezas. Atendimos otras tareas y Mirelix (2 años se subió a la mesa) y se puso a jugar. Así quedo después que sus pequeñas manos lo tocaran. Jonathan no estaba en casa y mi primera reacción fue ponerlo en una bolsa y guardarlo. Pero acaso un inconveniente es razón suficiente para abandonar un plan y no llegar a la meta.

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Seguramente este 2018 no fue todo lo que esperabas, ni lograste aquello que te propusiste hace 12 meses. Quizás lograste cosas que ni siquiera pensaste en hacer y muchas de las situaciones que al momento no te hacían sentido antes, han comenzado a ser más claras en tu crecimiento y tu formación. Así ha sido en mi vida; tengo aún muchas piezas que no tengo idea de donde encajan en la imagen; pero tengo una Esperanza.

El rompecabezas que te he mostrado se llama Un Nuevo Día en el Castillo de Cenicienta; no esperes a las doce de la medianoche con la expectativa de que algo va a cambiar instantáneamente. Recibe este nuevo año con la esperanza de que Dios tiene planes para ti; que quizás no hagan sentido desde tu perspectiva, pero desde la de Él, son de bien.

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¡Feliz Año Nuevo!

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