Devocional Despierta Alma Mía

Despierta Alma Mía: Semana 27 (Salmo 119:89-128)

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Salmo 119: Lámed (v. 89 -96)

Hemos estado estudiando como la Palabra de Dios es nuestro sustento y nuestra fuente de vida aún en los momentos de mayor aflicción. La porción de hoy reitera esa verdad, si la Palabra de Dios no es nuestro deleite, pereceremos. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo un libro puede tener tanta influencia en nuestra vida? Debido a que no es un libro cualquiera, es la Palabra de Dios y si creemos y entendemos que Dios inspiro cada palabra registrada en la Biblia; debemos también creer que es todo lo que necesitamos en nuestros momentos más difíciles.

Nos dirige en cómo resolver situaciones, nos ofrece una perspectiva eterna de los sucesos y nos ayuda a conocer la naturaleza de Dios. Estos versículos nos recalcan además la eternidad de Dios, su fidelidad y el valor de sus palabras. Termina el salmista diciendo: “he visto un límite a toda perfección” todas las cosas, por mejor que parezcan, dejan de ser o se halla en ellas defecto; excepto el mandamiento (Palabra) de Dios y su fidelidad.

Pensemos…

¿Te ayuda esta verdad a descansar en la fidelidad de Dios? Sus promesas serán cumplidas, como tenemos de ejemplo en la Biblia, reflexiona en que promesa ya vemos cumplidas.

Oremos…

Señor, por más que tratamos de hacer la cosas de bien, de mantener el control, de hallar la perfección, reconocemos que lo único que nos satisface proviene de tu palabra. Sabemos que solamente de ella proviene todo lo que necesitamos, por lo que nos rendimos una vez más y decimos junto al salmista: “tuyo soy, sálvame.”

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Salmo 119: Mem (v. 97-104)

“Cuánto amo tu ley, Todo el día ella es mi meditación.” Al leer este versículo se entristece mi corazón, pues muchas veces le doy demasiado espacio a otras cosas en mi mente. Me creo las excusas que escojo para justificar el no leer la Biblia, y por qué no he meditado en ella; cuando ese mismo día he visto televisión, publicado en las redes sociales, limpiado la casa, etc. Cuando llega el momento de la dificultad y la aflicción se adueña de mi corazón, ya sea como desanimo, tristeza o estrés. Me pregunto ¿Por qué? ¿Te ha pasado lo mismo?

Piénsalo de esta manera, si pasas un día sin comer y se está haciendo tarde, empiezas a sentir y escuchar a tu barriga ‘pidiendo’ comida y no dices: oh, es que estuve muy ocupada, pero yo como mañana. ¡Claro que no! Respondemos a ese dolor y a ese ruido buscando algo que comer, ya sea saludable o no. De la misma forma sucede con nuestro espíritu, pero lamentable en muchas ocasiones cuando nuestro espíritu ‘pide’ ser alimentado, lo ignoramos o le damos comida chatarra. El salmista nos recuerda que es la Palabra de Dios, nuestro sustento, nos reta hoy a ajustar nuestras prioridades y alimentarnos espiritualmente de una manera saludable.

Pensemos…

¿Qué cambios tenemos que hacer en nuestras rutinas, para hacer una prioridad alimentar nuestro espíritu? Identifiquemos las excusas que utilizamos para justificarnos y trabajemos para eliminarlas.

Oremos…

Reconocemos que ponemos otras cosas antes que tu palabra, y por eso clamamos por ayuda para poder darle a tu Palabra el lugar que le corresponde en nuestra vida. Espíritu Santo inquiétanos a pasar tiempo intencionalmente leyendo y aprendiendo tu Palabra.

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Salmo 119: Nun (v. 105-112)

Esta porción nos recuerda que la Palabra del Señor debe ser nuestra guía y fuente de dirección. Recientemente, leí una publicación de una mamá que se ocupa en que sus hijos coman sumamente saludable y realmente es impresionante la dieta de sus niños, especialmente comparada con la de los míos, que si fuera por ellos solo comerían cinco platos. Bueno, en esa publicación realiza un comentario en contra de las ‘mamas vagas’ o perezosas y después de envidiar como comen sus hijos, me enojé pues me sentí insultada.

Pero mientras, crecía mi enojo, también se fue encendiendo la lámpara de la palabra y recordé que no importa cuán saludable o no coman mis hijos, sus cuerpos perecerán. Recordé que lo más importante es darles el alimento espiritual; para que, así como mi enojo fue aplacado por la Palabra, ellos puedan luchar contra sus propios pecados. Si ya has jurado guardar sus ordenanzas, confirma tu compromiso (v. 106); si aún no te has comprometido con dirigir tu vida de acuerdo con la Palabra de Dios; inclina tu oído y tu corazón y él te guiará. (v. 112)

Pensemos…

¿Tiene la Palabra de Dios el lugar de autoridad y dirección que debe ser; o la vez como un accesorio que usar cuando más conviene? ¿Usas la Biblia como tu guía o simplemente como un libro que leer los domingos?

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Salmo 119: Sámec (v. 113-120)

La porción de hoy me recuerda tres cosas: Primero, que necesito esforzarme y tomar medidas reales para vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Segundo, que mientras me esfuerzo y tomo estas medidas, es el Señor mismo quien me sostiene. Somos sostenidas por medio de su Espíritu para que le demos a su Palabra el lugar principal en nuestras vidas, que les corresponde.

Tercero, me recuerda que el juicio de Dios es real, y creo que ese miedo que menciona el salmista no debe ser uno paralizante, sino uno que nos lleve a ser proactivas. Nos lleva a vivir buscando conocer más a Dios y su Palabra para descansar en que Jesús por medio de su obra en la cruz, es nuestro escudo, en el día del juicio. Escuchaba a Damaris Carabaugh decir que mientras más leemos la Palabra de Dios, más lo conocemos y más nos enamoramos de Él. Pienso que es cierto, pero añadiría que también es la manera en la que aprendemos a confiar más en él y a descansar en la obra de Cristo.

Pensemos…

¿Cómo están nuestros esfuerzos por vivir de acuerdo con la Palabra de Dios? ¿Descansas en la obra de Cristo como tu escudo y tu sostén?

Oremos…

Señor, ayúdanos a descansar en ti y tus fuerzas para que nos esforcemos a vivir de manera que te honremos en todo lo que hagamos, tomando como guía tu Palabra.

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Salmo 119: Ayin (v. 121 – 128)

Al llegar al hotel durante unas vacaciones, Peniel enciende la televisión y comienza a ver un programa y se sorprende al ver la interrupción de un comercial. Él no entendía lo que estaba pasando con el televisor, pues no estaba acostumbrado a tener que interrumpir el episodio de lo que estaba viendo; para ver algo que no tienen ninguna relación aparente. ¿Cuánto ha cambiado nuestra manera de ver televisión? Con Amazon Prime y Netflix, podemos escoger lo que queremos ver, en el momento que queremos, sin “interrupciones” y sin esperas. Te estarás preguntando ¿Qué tiene que ver esto con Salmo 119? Sígueme un momento más.

Cuando encuentras una serie que te gusta, en mi caso de resolver crímenes; al ver varios episodios ya sabes que hay un patrón, y sabes de forma general lo que va a pasar al final del episodio. Y en cierta parte saber eso te da ‘paz’ porque sabes que el personaje principal no va a morir, aunque este en coma, etc. El salmista dice “Desfallecen mis ojos por Tu salvación y por la promesa de Tu justicia.” (v. 123) y luego dice al Señor: “dame entendimiento para que conozca Tus testimonios.” Leer la Biblia nos da la misma oportunidad que ver une serie en Netflix sin tener que esperar una semana para el próximo capítulo.

Los testimonios del Señor en su palabra nos ayudan a permanecer en paz en medio del desfallecer, porque hemos conocido el Poder de Dios y su Misericordia. Cuando en mis momentos duros no puedo ver la obra del Señor en medio de todo, es una alerta para mí de que debo leer más su Palabra. Pues tenemos la historia completa, sin interrupciones, sin silencios; esa promesa de salvación que esperaba el salmista la podemos leer en los evangelios y empezar a disfrutarla hoy.

Pensemos…

¿Con cuántas ansias leemos la Palabra? ¿Disfrutas a diario de tener disponible en tus manos la historia completa de la redención?

Oremos…

Señor, ayúdanos a entender y ver que tenemos todos tus testimonios completos en tu Palabra y que esto nos debe dar paz y seguridad; pero que a la misma vez debe transformar nuestra manera de vivir.

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